viernes, 13 de enero de 2012

IMPLORACION

¡Imploración!
Déjame volver a la infancia por un día, siquiera un día Tata Dios. Ser el chiquillo que fui, con aquellas patillas largas, el pescuezo sucio, los ojos brillantes, las piernas ágiles, el corazón nuevecito. Ni una arruga, ni una pena. Con la sonrisa a flor de labios. Volver al barrio del que no se borraron recuerdos de goles, caños y apiladas. Ver otra vez, si quiera por horas, rostros ...amigos que el tiempo aventó por los caminos del mundo. Jugar partidos hasta que se acabe la luz…
Un día, nada más que un día de mi infancia te pido..Tata Dios. Que sea pleno de luz, de cielo abierto, en el que apenas se deslice una nube blanca a fin de creer que un alma va en camino hacia ti. Que todo sería como antes, que sea una tarde de aquellas que se acostaron en nuestro barrio para ver morir el sol a lo lejos, allá en el mar….
Un día. Tata Dios, nada más que un día. Ser el que fui, en el mismo ambiente. Con los mismos amigos, con las mismas entonces inadvertidas necesidades. Ver a mi madre como la conocí, con sus ojos claros de tanto mirar al cielo, aquella a la que una vez le escribí: “Cuando todos duermen y el silencio envuelve la vida, Dios, tú y yo. Nadie más…”. Aunque otra noche en el largo peregrinaje, le escribiría a otros ojos, oscuros, que “tenía la tenue humedad del ollejo de la uva”…
Un día, Tata Dios, nada más que un día de mi infancia, te ruego. Déjame que vea con los ojos abiertos paisajes que sigo viendo con los ojos cerrados. Volveré a ver a mi hermanita Elina , la que hace mucho que se fue y está contigo. También volveré a ver a la maternal maestra, la que me enseñó las primeras letras, la que me indicaba cómo se hacía la jota:”…primero para arriba…para abajo… se da la vuelta …. Y su puntito…”.
Te pido muy poco, muy poco, tan solo un día, nada más que un día de mi infancia. Con la misma pobreza, las mismas alpargatas desflecadas, el mismo raído pantaloncito y aquella camiseta a rayas verticales, blancas y lilas. ¡Lila!, color realizado con sueños---
Oiría protestar los fallos, sostener que en el gol discutido la pelota pasó sobre la lata: Ver caer de emboquillada el sol en el amplio arco del horizonte y me volvería al presente por un caminito formado por las primeras estrellas…
Un día, nada más que un día, Tata Dios, ¡Es tan poco lo que te pido!... ¡Y es tanto!. Es nada más que un día de aquellos. Después, lo que tu me pidas. Si quieres, me muero junto con la tarde….”.(Eduardo Lorenzo”Borocotó”).


“Así como las olas del mar, brotan del mar y regresan al mar,
Nosotros venimos de Dios y regresamos a Dios”.....

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