lunes, 7 de mayo de 2012

LOS CALATOS

LOS CALATOS
Para nadie allegado al deporte es un secreto el saber que en nuestra Patria escasean los campos deportivos, nuestro querido pueblo, Lurín, no obstante estar ubicado tan cerca de nuestra ciudad capital no podía ser la excepción. Así las cosas el ingenio hacía que cualquier campo baldío con un par de arcos improvisados, se convertía en la cancha de futbol soñada, bendito lugar, donde se podía realizar las mejores jugadas con la gente del barrio. Me estoy refiriendo a la gente de los Jirones Grau y Castilla en lo que ahora es Lurín Cercado, es aquí el lugar donde transcurrió esta historia especial tan propia del inquieto y alegre espíritu de los jóvenes adolescentes que  éramos entonces.
Transcurrían las vacaciones escolares del año setentaiuno y el sofocante calor veraniego hacía estragos en la gente, la gran mayoría de pobladores optaba por ir en las tardes a la Playa San Pedro, prácticamente la repletaban llevando consigo la familia completa, visitas, vecinos, novios, pretendientes,  mascotas y otros agregados,  hacían prácticamente imposible el jugarse una pichanguita con su refrescante baño incluido, así que no quedaba otra, que reunirse a partir de las dos de la tarde en “El Arroyito”, así habíamos bautizado a un espacio de tierra adyacente al patio central de la Escuela de Varones Nº 412, que con dos arcos de palo y caña, constituía nuestro hábitat deportivo,  lugar hacia donde nos lanzábamos con nuestro ímpetu a realizar nuestras proezas futboleras, hasta que se acabe la luz….. lo del nombre tan peculiar de este recordado “Coloso Deportivo”  se debía a que un angosto canal de regadío bordeaba toda la cancha para finalmente  depositar sus aguas en los hermosos y bien cuidados jardines de la parte interior y delantera de este legendario Centro de Estudios.
El encargado del mantenimiento, jardinería y  guardianía de las instalaciones era un septuagenario señor, taciturno, sumamente tranquilo, de caminar cadencioso y lento, de siestas prolongadas, producto de la  precaria salud y su avanzada edad … la muchachada con ese característico ingenio popular, simplemente lo llamaba “dormilón”… El era quien junto a su esposa y sus perros “mastines”, cumplían las labores de guardianía. Esta señora tenía características totalmente opuestas a su esposo, era una robusta mujer, morena,  de unos cincuenta y tantos años, bien puestos. Alegre, jovial, bonachona, extremadamente franca y sincera como ella misma pregonaba, una maravillosa persona que llegó con el tiempo a constituirse en una gran amiga de todo el vecindario y sobre todo de nosotros,  aquellos inexpertos adolescentes de personalidad  incipiente,  ávidos de tener contacto con los hasta entonces misteriosos conocimientos de la vida….
Dos de la tarde, día Lunes, y empezaba la secuencia de partidos semanales, se dejaban escuchar los silbidos, por aquí y mas allá, era la hora de reunión en la “Esquina del Movimiento”,  ya éramos ocho… El “Flaco” Gustavo, Víctor ”Quezada” y su hermano Félix Gaspar, el “Gringo” Roger, José Richard, Andrés “Nechi”, “Chino” Jesús y yo…
-Allá vienen los hermanos Augusto y Abelardo, ya somos ocho, podemos empezar, mas allá sale “Chicrona” , “Carrizo” y “El Negro” Félix  y completamos……
Llegamos a “El Arroyito”, como siempre a lo lejos se veían las ondas características que indicaban la alta temperatura del suelo, la canchita quemaba tan solo un poquito más, es decir: como “trasero de diablo asustado”….
-¡Ya escojan los equipos! para empezar de una vez, porque va a llegar más gente indicó “Chanito”, (Hijo de “Chano” dueño de la bodega de la cuadra),  titular indiscutible, por ser el dueño de la única pelota de cuero del barrio conseguida con sudor y susto después de aplicar un certero “cajoneo”  en un descuido de su viejo. El, era un gordito, “Simpaticuloncito”, como le decían,  infaltable a estas pichanguitas, no por habilidoso  sino por razones obvias,  sin él no había pelota y no había juego.
Se organizaron los equipos y empezó el partido sin contratiempos, no hubiera pasado de ser un día normal, como otros, sino que esta vez el calor se hacía insoportable, y para colmo de males no había agua y la gente estaba un poco más que sofocada. Al final  de la Huerta había un caño, alguien indicó: - Por ese caño si viene agua y nos fuimos en “mancha” para tomar un poco del líquido elemento y aplacar la sed….
Llegamos y no caía ni una sola gota, en eso Félix Gaspar avisa: - Oigan, ¡Vengan, aquí he descubierto agua!. Efectivamente se encontraban dos cilindros repletos de agua que había sido recolectada por la Señora de la Guardianía, con mucho esfuerzo, desde unas casas colindantes al Colegio debido a la escasez que existía por esos días.
Félix no lo pensó dos veces y cuando nos dimos cuenta ya estaba metido desnudo dentro del cilindro, gritando ¡Vengan! ¡Qué rica que está el agua!, lo siguió el “Gringo” Roger” y también “Chanito” y después uno a uno se iban turnando para meterse en los cilindros, chapoteando y mojando incluso la ropa de los que se demoraban en meterse, todo era algarabía y risas……
El bullicio era grande, sin embargo en un segundo no se escuchó ni el zumbido de una mosca…..luego, escuchamos los ladridos de los perros, que desde el fondo ya venían amenazantes acompañando a la Señora, que palo en mano y lanzando improperios de un calibre más grueso que nuestro ingenuo comportamiento,  se había dado cuenta de la torpe y desatinada travesura. Nuestra integridad simplemente corría peligro y efectivamente corrimos con todas nuestras fuerzas, dejando tras de nosotros, ropa, pelota y más… una distancia aproximada de 250 metros separaba aquel lugar de la puerta de salida. ¡No había escapatoria! ¡Los perros nos alcanzarían!….
Dicen que el miedo es móvil de las más increíbles acciones, creo que es así. Nunca fuimos  tan veloces como entonces, ya casi llegábamos a la puerta…. y ¡Oh Sorpresa!.  Entraba el Señor Director y todos sus profesores, tenían reunión de trabajo…. Ahora si la cosa estaba negra, el susto se convirtió en terror…. No había alternativa,  ¡Los perros y la señora con su palo….. o la vergüenza de que nos vieran desnudos!……
Apareció entonces el instinto de conservación de la especie….  “Chanito” junto al “Gringo” Roger y “Félix Gaspar” corrían completamente desnudos. Tuvimos que trepar la pared de un poco más de 2 metros de alto, con agilidad felina propia de trapecistas circenses… la caída al otro lado ya no interesaba…. Las profesoras se tapaban los ojos para no mirar ese increíble y bochornoso espectáculo,  más atrás, casi mordiendo nuestra sombra venían los perros y esta increíble señora, maldiciendo, gritando, jadeando…….
Llegamos cada uno a su casa y la doña fue a reportar el mal comportamiento a cada familia, puerta por puerta, le asistía toda la razón, había que saldar la deuda y pagar los daños…..
No salimos a jugar en dos semanas y más pudo el miedo a encontrarnos con la señora que andaba por el barrio acompañada de sus perros.
Después y amenguado el resentimiento, volvió a ser la alegre y jovial mujer de siempre, solo que ahora agregó un peculiar saludo cuando nos encontraba: ¡Hola Calatos!, delante de la gente del barrio nos señalaba: ¡Allí están los Calatos!...., haciéndonos pasar vergüenza y riéndose con sonoras carcajadas….., era parte de la venganza y había que aceptarla…¡Caballero no más!....
Esta peculiar y pintoresca anécdota, constituye uno de tantos pasajes hermosos e  imborrables vividos en nuestra adolescencia en el barrio de Grau y Castilla. ¡Saludos Muchachos! que siempre permanecen en nuestro recuerdo y que son la elocuente manifestación de la verdadera amistad, aquella que resiste todo, el espacio, el tiempo y la distancia… (M. H. L. M.)


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